Ciclo Lectivo 2011 | Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Presentación del programa:
Este programa de formación surge a partir del encuentro de un grupo interdisciplinario de profesionales que se plantean la necesidad de pensar desde un lugar preventivo la crianza y el trabajo con los niños y sus familias, entendiendo la prevención como la posibilidad de poder ver con anticipación las necesidades y características de los niños actuales.

Esta propuesta brinda herramientas para pensar y reflexionar acerca de la importancia de los primeros años de la vida. Los aportes teórico-prácticos de las diferentes disciplinas (obstetricia, pediatría, psicología, psicoanálisis, ciencias de la educación, puericultura, trabajo corporal, fonoaudiología, terapia del lenguaje, recreación, ciencias de la comunicación, sociología y trabajo social) nos posibilitan interrogar nuestra tarea y nuestro actuar cotidiano en relación a la infancia.

Dicha formación se complementa con talleres teórico-prácticos específicos del área a lo largo de todo el año.

Invitamos a participar de un espacio de investigación, formación y orientación sobre temas de la Primera Infancia que nos convocan, preocupan y desafían.

Días, horarios y lugar de cursada:
- Turno Tarde: Jueves de 14.00 a 16.30 hs. Sede: Palermo, Plaza Serrano.
- Turno Noche: Martes de 19.00 a 21.30 hs. Sede: Belgrano.

Duración:
Una vez por semana, dos horas y media, de Abril a Diciembre.

Objetivos:
• Conocer el desarrollo emocional del niño y capacitarse de manera interdisciplinaria en el área de la Primera Infancia.
• Intervenir de manera preventiva en los vínculos tempranos y detectar precozmente alguna de las posibles patologías que pueden presentarse durante la primera infancia para realizar las acciones pertinentes.
• Proporcionar recursos útiles para el trabajo con el niño y sus familias, ayudando a establecer vínculos que promuevan un desarrollo integral.

Ejes temáticos:
Los principales ejes conceptuales incluidos son:
· Concepción, embarazo y parto
· Puerperio
· Lactancia
· Fusión emocional y corporal
· Psiquismo infantil
· Vínculo temprano y apego
· El llanto
· El sueño infantil
· La alimentación
· Crianza: Los primeros años
· El juego
· Maternidad y paternidad en situaciones especiales
· Prevención
· Rol profesional

CUERPO DOCENTE:
Coordinadoras:

- Prof. Laura Krochik
- Lic. Andrea Gotloib
- Lic. Rosina Duarte

Docentes Colaboradores:
Lic. Patricia Fuster
Lic. Sandra la Porta
Lic. Marcela Aidenbaum
Lic. Marisa Factorovich
Lic. Ximena Ianantuoni
Dr. Gustavo Aprigliano
Lic. Dolores Galán
Lic. Paula García Cozzi
Prof. Violeta Vázquez
Dra. Laura Krinsky
Dra. Mercedes Agranati
Lic. Marcela Cardozo
Lic. Isabel Rejtman
Prof. María Abramovich
Dra. Carolina Caminiti
Dra. Marisa Armeno
Lic. Rosa Cavilla
Lic. María Rondan
Prof. Graciela Pellizzari
Prof. Nancy de Andrés
Lic. Diego Bresler

Destinatarios:
Todas aquellas personas interesadas en capacitarse de manera interdisciplinaria en el área de la primera infancia. Con la intención de acompañar y asistir a las madres, futuras madres y familias.

La tarea podrá realizarse de manera directa o a través de encuadres institucionales. Esta formación contribuirá también a quienes ya poseen experiencia en el campo de la infancia.

Informes e Inscripción:
Fundación Buenos Aires
Av. Federico Lacroze 2666 Dto. “A”, C.A.B.A.
4554-5407 / 5395
formacion@fundacionbsas.org.ar
http://primerainfanciaycrianza.blogspot.com/ y http://www.fundacionbsas.org.ar/

Ciclo Lectivo 2011 | Matrícula bonificada hasta el 24/12

La Fundación Buenos Aires y la Asociación Civil Argentina de Puericultura -a cargo de Laura Krochik- abren la inscripción para el “Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza”, modalidad presencial del ciclo lectivo 2011.

Quienes se inscriban hasta el 24 de Diciembre de 2010, tendrán el 100% de bonificación de la matrícula.


Informes e Inscripción:
Fundación Buenos Aires
Av. Federico Lacroze 2666 Dto. “A”, C.A.B.A.
4554-5407 / 5395

Importancia de los primeros cuidados y la lactancia materna

Luego de nueve meses de vida intrauterina, donde todas las necesidades básicas del bebé se encontraban satisfechas (contención, alimentación, cuidados, entorno), resulta necesario continuar del mismo modo, buscando una profunda y emocional comunicación entre el bebé y su madre.

Fomentar el contacto corporal mediante abrazos seguros, apretados y firmes, besos, caricias, movimientos constantes de acunar y upa permanente, los cuales lejos del mito de mal-criar, lo que hace es constituir un apoyo y sostén emocional firma para el bebé, otorgándole seguridad para que de a poco vaya independizándose y adaptándose al nuevo mundo exterior.

Se debe recordar que no existe nadie más indefenso e inmaduro que un bebé al nacer, por lo que las madres debemos intentar decodificar e interpretar las necesidades y buscar el modo de satisfacerlas, ofrecer un sostén para su propia seguridad.

Todos sabemos que durante los 3 primeros años de vida, el ser humano produce su mayor desarrollo físico y emocional, constituyendo su estructura que lo sostendrá en el futuro. Por lo tanto, los bebés que fueron atendidos en sus necesidades –tanto físicas como emocionales-, tendrán un desarrollo integral sano. Durante este desarrollo, entendemos la lactancia como trascendental al aspecto nutricial, ofreciendo una mirada en la que tanto la mamá como su bebé se benefician en una única interacción.

La lactancia materna no puede considerarse como algo sólo fisiológico y nutritivo sino debemos tener una mirada más amplia y abarcativa. Todas las mujeres podemos amamantar a nuestros hijos –salvo algún impedimento patológico- ya que todos los bebés sanos tienen lo que se conoce como “reflejo de búsqueda y succión”, es decir, el impulso innato de buscar y succionar el pecho materno. Durante las primeras horas de vida, este reflejo tiene su máximo punto de expresión, además de coincidir con un estado de alerta e interacción del bebé con su madre, que luego va disminuyendo.

Teniendo en cuenta esto, resulta fundamental que la mamá y su bebé tengan la intimidad requerida para este momento único, en un espacio íntimo y privado para que este encuentro amoroso se de, y su resultado sea la estrecha comunicación entre ambos, que permitirá que el bebé pueda succionar el pecho materno, y la madre pueda producir leche. El beneficio de ambos será el sentimiento de placer emocional y físico que se produce luego de este encuentro.

Por ello, consideramos y entendemos que el acto de amamantar no es sólo un aporte nutricional, sino que además se encuentra acompañado de, por lo que no se recomienda intentar forzar estos encuentros con horarios o pautas fijas, sino que debe realizarse a libre demanda.

Existen muchos mitos en relación a la lactancia, con los que las madres llegan a la consulta y a partir de los cuales se hace necesario trabajar la confianza en la capacidad de amamantar. Debemos recordar que a amamantar se aprende, respetando tiempos, demandas y deseos de los bebés y de las madres, tratando de encontrar el camino de cada una hacia la maternidad. “Cuando nace tu hijo, naces vos como mamá”.

Es muy importante:
-Contacto corporal permanente.
-Brindar mimos, besos, abrazos fuertes.
-Lactancia a libre demanda.
-No forzar horarios y rutinas para amamantar.
-Prestar mucha atención al bebé.
-Atender, sostener, mirar.
-Intentar satisfacer las necesidades del bebé.
-Respetar los tiempos del bebé y los nuestros.
-Cuidar a nuestros hijos y cuidarnos a nosotras.

Laura Krochik
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Lactancia y crianza, su importancia en los primeros años de vida

Es sabido por todos la importancia que tiene el amamantamiento en el crecimiento de los niños. La leche materna es la base de la alimentación del bebé, su protección contra todas las enfermedades y lo que asegura su normal desarrollo.

Si bien en la actualidad se reconocen los beneficios de la lactancia materna, hay que tener en cuenta que no lo es todo. Más allá del amamantamiento, se encuentran las nuevas teorías que enfocan el tema partiendo de un concepto más completo y abarcativo, La crianza.

Los afectos, son parte fundamental del desarrollo de todo ser humano, La complejidad psicológica de cada uno debe tomarse en cuenta al momento de criar un hijo. Resulta necesario que además de reconocer la importancia de los aspectos fisiológicos, se tenga en cuenta las conductas destinadas a crear las condiciones básicas para la constitución de un psiquismo sano.

Cómo contribuir a un desarrollo psico-afectivo sano:
Responder a las necesidades básicas del niño.
Tener presente que los bebés entienden todo.
Fortalecer el vínculo entre el bebé y los padres.
Derribar el mito que si mimamos a nuestros bebés seremos dominados por ellos.
No temer perder autoridad por brindar mucho amor.
Tener la paciencia para acompañar a nuestros hijos en su camino de aprendizaje.
Tomarse el tiempo de compartir, hablar y comunicarse los hijos (aunque aún no hayan adquirido el lenguaje).
Intentar satisfacer las necesidades físicas y afectivas.
Sostener, mirar y atender a los hijos.

Durante los primeros tres años de vida el niño produce el mayor desarrollo físico y emocional de su vida, constituyendo la estructura que lo sostendrá en el futuro. Por lo que en esta etapa deben extremarse los cuidados a todos los niveles. Los padres deben saber que existen personas y herramientas que pueden ayudarles en esta tarea, la puericultora.

El rol de la puericultora, especialista en lactancia, ha evolucionado. Actualmente no sólo enseña la técnica de un amamantamiento saludable, sino que es la persona responsable de acompañar a los padres en todo el proceso de la crianza, otorgando un marco de contención.

Resulta necesario tomar conciencia de la importancia que tiene educar a la población en general, sobre los beneficios de una crianza saludable y fomentar la creación de espacios de lactancia en lugares públicos, con el objeto de que las madres puedan amamantar en un marco de intimidad, contando con la asistencia de puericultoras. Y esto sería sólo un comienzo para la tarea primordial que debemos encarar entre todos.

Laura Krochik
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Miedos infantiles

Los miedos infantiles son las emociones que expresan los niños cuando sienten que enfrentan una situación peligrosa ya sea real o imaginaria. Dependiendo de la edad de los niños, pueden manifestar temor a aquello que les resulta desconocido o extraño, sin importar si conlleva o no un peligro real.

Cada etapa de la vida puede verse invadida por algunos miedos, los más comunes que se presentan durante la infancia son: miedo a estar solos, temor a la oscuridad, miedo a las personas extrañas, a ruidos fuertes, a la muerte, a ciertos animales, a la lluvia y en la mayoría de los casos también a las tormentas, a fantasmas, monstruos, brujas, etc. Ya sean estímulos reales o imaginarios, los niños pueden ser afectados por estos sentimientos debido a que están cargados de cierta intensidad produciendo una sensación de temor.

La mayoría de los miedos van evolucionando de manera gradual durante el transcurso de la vida, lo cual es saludable para la vida de cada niño debido a que ofrecen la oportunidad de brindar las herramientas necesarias para enfrentar diferentes situaciones de la cotidianeidad.

Por otra parte, existen algunos miedos que pueden transformarse en patológicos y es lo se denomina “fobias”, cuando tienen una carga excesiva emocional e imposibilitar el normal desarrollo de la vida diaria del niño, ya que constituyen una fuente de sufrimiento constante. En estos casos, si estos miedos aumentan en intensidad y se prolongan en el tiempo, es necesario consultar con un especialista.

Algunos miedos típicos:

Miedo a la oscuridad. Es una emoción completamente normal cuando los niños son pequeños. Esto se debe a que tienen un mundo imaginario y fantaseado muy grande: temen que los monstruos, fantasmas, extraterrestres, brujas, duendes, o cualquier figura imaginaria que ellos crean puedan aparecerse cuando la luz se apaga. En algunos casos también un cambio intenso en sus vidas como una mudanza o la separación de sus padres, puede llevar a que aparezca este temor.


Es necesario que sepamos también que este miedo está relacionado con lo que implica el desapego de los padres a la hora de dormir, es un aprendizaje el poder dormir solos, entonces tenemos que acompañar y ayudar a nuestros hijos a que este temor ceda.


Lluvias y tormentas. Cuando son más pequeños los niños temen las lluvias o tormentas debido al ruido que hacen y al desconocimiento de por qué se producen. Es necesario que los padres estén cerca, los abracen, les hablen y expliquen que no hay por qué temer. Esto también suele suceder cuando suena un timbre.


Miedo a los perros. Alrededor de los 2-3 años suele aparecer este temor. Es muy positivo que el niño vea que los padres no le temen a los perros y que los acarician y hablan sin temor alguno.
Miedo a la soledad. Este temor aparece tempranamente y tiene que ver con el proceso que implica la separación física con los padres. Para que este temor evolucione de manera gradual es necesario que el niño tenga internalizada las figuras parentales que le otorgan seguridad y tranquilidad para consigo mismo y el entorno.


Miedo a caerse. Cuando son pequeños, y recién comienzan a aprender a caminar aparece en los niños este temor a caerse. Lo importante es que los padres le den la mano, estén cerca y los alienten a intentar caminar sin temor a la caída.

Sugerencias para los padres:
Comunicación. Esta es la herramienta principal para erradicar los miedos. Es necesario que los padres logren una buena comunicación al respecto y dejar que el niño exprese libremente sus temores o miedos.


Contención. Los padres deben ser los contenedores y sostenedores de los niños en estas situaciones de miedos. El sostén que les brinda seguridad y confianza en sí mismos para disminuir estos temores son los padres. Por ejemplo, si los niños tienen miedos de algunos animales, los padres pueden acompañarlos –de la mano, si fuera necesario- a ver esos animales y mostrarles que no hay motivo para temerles. La presencia de los padres otorga coraje al niño y seguridad en ese contexto temeroso.


Acompañamiento. Es muy beneficioso que los niños se sientan acompañados por sus padres cuando sienten miedos o temores, que sientan que no están solos y que pueden compartir sus sentimientos con los adultos responsables de ellos. Sería bueno poder compartir con los niños los temores que los adultos tenían durante su infancia y el modo en que lo fue superando, así el niño evitará la vergüenza y podrá saber que sus miedos se superan tal como les sucedió a sus padres.
Juego.


Otra herramienta muy eficaz es utilizar el juego para ir hablando acerca de sus temores, y representarlos a través de lo lúdico. Por ejemplo si un niño tiene temor a la oscuridad, se puede jugar durante el día a que es de noche y mostrarle al niño que nada malo sucede en la oscuridad.
Es importante recordar que la presencia de los padres es lo que a los niños les transmite confianza y seguridad en las distintas situaciones que viven. Las funciones paternales justamente deben desarrollarse en pos de otorgar al niño tranquilidad, confianza y seguridad tanto para sí mismo como para su entorno, utilizando algunas herramientas como la comunicación, la contención, el cariño y el juego. La paciencia de los padres es la mejor herramienta para utilizar en este período de miedos infantiles.


Lic. Rosina Duarte
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

La importancia del vínculo temprano y apego en la primera infancia

La primera infancia es una etapa caracterizada por la indefensión de los niños o bebés pequeños donde prima la necesidad. Es necesario que los adultos sean los encargados de satisfacer esas necesidades básicas del niño de manera satisfactoria e inmediata para establecer en el niño sentimientos de seguridad y confianza en sí mismo y respecto al entorno.

Teniendo en cuenta que la capacidad de formar y mantener relaciones que tienen los seres humanos es una de las herramientas más importantes para su vida, es que los padres deben acompañar y ser protagonistas en esta etapa vital de sus hijos para lograr un desarrollo psico-emocional sano en el niño. Cuando se habla de vínculo se refiere necesariamente al encuentro de dos personas como condición necesaria para vivir, y en esta etapa de la primera infancia, el bebé necesita de sus padres, de los otros responsables que vayan al encuentro con él para otorgarle un marco de contención y apego vital para el futuro.

Durante el desarrollo infantil, se denomina apego al vínculo específico y especial que se forma entre los padres y el niño, y que le otorga a éste la seguridad emocional necesaria para sus futuras relaciones y su personalidad. Algunas características del vínculo de apego son:
- Es una relación emocional perdurable con una persona específica
- Produce seguridad, tranquilidad, confianza y placer.
- Cuando existe la pérdida o la amenaza de una posible pérdida de la persona, aparece un alto monto de ansiedad.

El estado de seguridad, ansiedad o temor que tenga un niño está determinado por la accesibilidad y capacidad de respuesta de sus padres (o figuras de apego). Entonces cuando un niño tuvo una relación sólida y saludable con los padres durante la infancia, en el futuro presentará una alta probabilidad de vincularse a través de relaciones saludables con otros. Sin embargo, si un niño tuvo un apego pobre podría presentarse de adulto con problemas emocionales y vinculares. Resulta necesario indicar que el vínculo temprano se instala en los primeros años de vida, y continúa reflejándose en todos los vínculos a lo largo de la vida.

Sugerencias para afianzar el vínculo:
- Mirada. Mirar detenidamente al bebé, reconocerlo, buscar su mirada. A través de la mirada del otro y según cómo es esa mirada –cálida, constante- el bebé irá forjando parte de su personalidad, sintiéndose seguro y confiando en sí mismo.
- Sostén. Las caricias, abrazos, mimos hacen que el bebé se sienta sostenido y contenido, que es sumamente necesario para ordenar y estructurar el entorno del bebé pequeño. Necesita de un otro que lo sostenga para brindarle apoyo.
- Contacto. Besar, mecer, bañar, alimentar, son modos de trasmitir nuestro calor corporal. El contacto corporal le trasmite al niño tranquilidad y seguridad para manejarse con su entorno.
- Sonrisa y los movimientos rítmicos. Reír y sonreírle, cantarle, bailar. Los padres funcionan como espejos para los niños, entonces, lo que ellos le otorgan a través del cuerpo, el bebé puede aprenderlo y copiarlo e ir internalizando esas sensaciones que siente al momento de la interacción con sus padres.
- Comunicación. Hablar con el bebé, trasmitirle nuestro amor y afecto. Es muy importante decodificar las señales del bebé. Es otorgando sentido a esos “sonidos” que el bebé emite, que se ratifica y brinda un lugar especial al bebé, ya que es su modo de comunicar con los padres. Son los adultos quienes tienen que ejercer la función de decodificadora para con el recién nacido.


En los bebés lactantes:
- este vínculo ya comienza durante el embarazo, primero el vínculo con la madre en su vida intrauterina y también con el padre a través de las palabras y atenciones recibidas. Luego, continua con la madre mediante el acto de amamantar, en el encuentro entre el pecho materno y el bebé, se irá produciendo un vínculo que será la base de la estructuración psíquica del niño y de sus relaciones futuras. En el aprendizaje mutuo que implica amamantar, el bebé y la madre se vinculan, reconocen y encuentran.
- Las necesidades básicas de los recién nacidos que deben ser satisfechas de inmediato por los padres o adultos responsables están relacionadas con el sostén, cariño, mirada, atención y alimentación. Resulta fundamental que el adulto pueda acompañar y sostener a los bebés para permitirles un adecuado desarrollo psico-emocional.

Es muy importante destacar que en determinados casos, la observación de este vínculo temprano por parte de un profesional, permitirá la prevención, anticipación e intervención precoz ante la evidencia de un trastorno. Por ello, se destaca la importancia de este período de la vida que resulta tan sensible y fundamental para el desarrollo y la evolución del niño.


Lic. Rosina Duarte

Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianzahttp://primerainfanciaycrianza.blogspot.com/

El Proceso de Criar

La primera infancia implica un momento clave en el desarrollo humano; es el tiempo donde se van “coleccionando” experiencias (buenas y malas, corporales y emocionales, verbales y gestuales). Implica el pasaje de la dependencia absoluta y la inmadurez, al logro de habilidades tan fundamentales para el ser humano como son pensar, desplazarse autónomamente por el mundo y hablar.

Desde el punto de vista neurobiológico, el bebe humano nace con millones de posibles conexiones neuronales. Gráficamente es como un barrio que viene equipado con las casas, los negocios, los edificios y las rutas que unen todos esos lugares. Esas calles conectan los diferentes destinos posibles. Habrá algunas rutas que serán más transitadas que otras (hablar, pensar, recordar, escribir, dibujar) y habrá otras tantas que estarán a la espera de ser recorridas. Pasados los primeros 5 o 6 años, algunas rutas que nunca fueron transitadas se obstruyen y otras desaparecen.

La primera infancia entonces, es el tiempo de brindar la mayor cantidad de caminos (estímulos) posibles para establecer conexiones que hagan más grande y florecido este barrio (que es el cerebro). No alcanza con una visita. Es en la repetición, en la práctica y el ejercicio donde se asienta la experiencia.

Los estímulos son mucho más que los juguetes o las actividades lúdico-intelectuales; cuando hablamos de estímulos hablamos de cuidado, de empatía, de hacer sentir bien al otro, de responder al llanto, de ser previsibles y poder anticipar, hablamos también de buena nutrición, de contacto físico, de respetar los sentimientos, de acompañar las diferentes etapas evolutivas y de dejarse sorprender. Jugar es tan necesario para nuestros hijos como dormir y comer.

En situaciones de extrema pobreza, de dolor por guerras y muerte....siempre hay un niño jugando. La infancia es tiempo de jugar, de explorar y experimentar. Como adultos observamos, acompañamos y estamos disponibles para nuestros niños en este proceso intenso que implica descubrir el mundo.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de disponibilidad? Cuidar a un bebe y cuidar al vínculo que establecemos con él, es respetarlo, es escucharlo, es responder a sus demandas que aunque la cultura las tilde de manipulación con connotación negativa. Las señales subjetivas que un bebé expresa son SIEMPRE a atender. Son subjetivas porque no hay dos niños que se calmen de la misma manera, que coman igual, que lloren igual.

Los bebes “mal-criados” no son aquellos bebés escuchados, sostenidos en brazos, mimados, calmados y básicamente, contentos. ¡Qué bueno que alguien se acostumbre a no dudar de que la/s personas que lo cuidan están disponibles para él cuando los necesita! Esta experiencia de seguridad es fundamental para el fortalecimiento yoico de un sujeto en constitución.

Cuando un bebé llora está comunicando una necesidad; jamás lo hace para molestarnos o fastidiarnos. ¿Hay recetas para el consuelo? No. Hay ensayo y error, pero lo que nunca debería fallar es la capacidad que tiene el adulto padre, madre, cuidador, de responder a ese sujeto que clama por algo. “Su majestad el bebé” tiene la palabra (aunque todavía no las sepa decir).

Madres y padres de niños pequeños llegan a las entrevistas muchas veces devastados y desorientados frente a lo que ellos autodenominan un “caos familiar”. Ocurre que muchas veces hay una gran falla en la información respecto a los bebés y a la primera infancia. Tanto el hecho de convertirse en padres como la crianza, implican un proceso. Es los sucesivos encuentros que las manos se convertirán en caricia y los ojos en miradas. Y aprender que nutrir es mucho más que alimentar y que para mirar no bastan los ojos es algo a aprender. Demanda tiempo y paciencia. La entrega es así: a puro cuerpo y sorpresa.

Creer que todo es igual para todos es tranquilizador pero también frustrante. Las comparaciones, los hijos de los otros, los padres de otros hijos.... Si bien muchas veces es muy bueno ver reflejadas problemáticas cotidianas entre pares, también se corre el riesgo de quedar atrapado en una fantasía de bienestar o displacer que muchas veces obstaculiza centrarse en lo propio. Si un bebé llora mucho, de nada sirve (ni a él ni a nosotros como padres) encantarnos con el reflejo deslumbrante de aquel otro que no llora y es tranquilísimo.

Encontrarse con los hijos que uno tiene es encontrarse con uno mismo -con lo mejor y lo peor-, con esto que ellos provocan en nosotros que es tan único, tan visceral, inexplicable y que tiene sus raíces genealógicas en aquellos que fuimos nosotros mismos alguna vez y en quienes desempeñaron la tarea de ser nuestros padres.

La crianza además tiene este doble atributo de lo compartido y lo íntimo; naturaleza y cultura se unen para dar origen a estos nichos de desarrollo que como bien definen Sara Harkness y Charles Super “es aquel que incluye el ambiente físico y social de la vida del niño, las costumbres culturales con las que es criado y la psicología de quien lo atiende, lo cual constituye, desde luego el embudo por el que todos los niños humanos dependientes reciben una pequeña visión del mundo”.

Esta lente me permite estudiar así la crianza y a sus actores; siempre en términos singulares pero moviéndose en un tramado cultural que los envuelve y refleja así un estilo.

La experiencia, sabia consejera, enseña que así como en las manifestaciones artísticas más elaboradas, los estilos de crianza también tienen un encuadre cultural que acompaña a los padres en cada ceremonia cotidiana.

Lic. Marcela Aidenbaum

Docente del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

El valor del juego en la Primera Infancia

La primera infancia es el período en el cual los seres humanos aprenden y se desarrollan más rápidamente, por lo que resulta necesario que los niños sean cuidados con mucho afecto, cuidados, atención y con una adecuada estimulación –además de buena alimentación- para facilitar un mayor crecimiento y mejor desarrollo en esta temprana etapa que influirá por el resto de la vida.


El juego forma parte fundamental de este período y tiene una influencia directa en la constitución subjetiva del niño, por lo se debe tener muy en cuenta al momento de la crianza de nuestros hijos. Es necesario impulsar y propiciar el juego en los niños.


¿Por qué es tan importante para los niños jugar? ¿De qué se trata el juego?
Al juego podemos pensarlo como un espacio de transición que hace el papel de mediador entre la fantasía y la realidad. Así, a través del juego los niños representan sus inquietudes, ideas, sentimientos y deseos. Entonces, a través del juego el niño logra elaborar diferentes situaciones que ha vivido de manera pasiva -en la realidad-, y mediante el juego, logra vivirlas activamente.


Por ejemplo, si ha sufrido un reto por parte de un adulto, puede jugar que ahora es él quien reta a un muñeco, transformando así la pasividad en actividad. Así logra elaborar situaciones que vivió en la realidad y pudieron causarle enojo, tristeza, angustia.


Todo niño tiene necesidad de conocer el mundo en que vive, entonces mediante el juego logra utilizar sus sentidos para reconocer su mundo. Siente, mira, toca, huele, experimenta, fantasea, y crea. Los padres tendríamos que poder facilitarles las herramientas necesarias para lograr esta exploración y adaptación al entorno.


Es importante tener presente el valor del juego en lo que respecta a la estimulación de la imaginación y capacidad de aprendizaje del niño, ya que otorga un espacio para que cada uno pueda ser libre de expresar su creatividad y demostrar su curiosidad. Es un re-conocimiento de las cosas, que posibilita el buen crecimiento del mundo interno, intelectual y emocional del niño.
El juego en la primera infancia, y en los niños que aún no han adquirido el lenguaje es un espejo de su mundo interior, y permite:
-Divertirse.
-Conocerse a sí mismo.
-Conocer y explorar el mundo.
-Expresar sentimientos.
-Proyectar fantasías.
-Elaborar conflictos.
-Aprender a compartir.
-Socializar.
-Investigar.

En edades mayores, también hay juegos que estimulan la inteligencia, y promueven el aprendizaje en los niños, influyendo y ayudando a una adecuada socialización entre pares, mediante el cual se aprende a respetar a los otros y ser respetados, a escuchar, a aceptar y compartir con otros, es decir, a ser incluidos dentro del proceso de socialización.


Entonces a través del juego, se aprende:
-El valor de las reglas y normas.
-Relacionarse con los otros.
-Ejercer nuevos roles.
-Incentivar capacidades mentales.

Los adultos como figuras parentales responsables de la crianza de nuestros hijos, debemos comprender la importancia del juego en la constitución subjetiva de nuestros hijos, y buscar el modo de acompañarlos en este aprendizaje, tratando de hacernos el tiempo necesario para jugar, recordando que los estamos educamos mientras disfrutamos y los ayudamos a crecer.


Lic. Rosina Duarte

Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Duelos en la infancia

El tema de la muerte es algo muy difícil de tratar, no hay palabra que pueda tener valor absoluto cuando nos enfrentamos a la muerte, en especial si es la de un ser querido o persona cercana. Se trata de una experiencia dolorosa y angustiante que afecta a todos de un modo particular, y en el caso de los niños de manera especial.

Es de suma importancia hablar con los niños sobre la muerte, la “desaparición” de alguien querido no se asimila ni entiende fácilmente, por lo que hay que explicarles con información real lo que ha sucedido. Hay que tener en cuenta que existen muchas maneras de hablar sobre la muerte, dependiendo de los padres y de la edad de los niños.

Cómo tratar el tema:
Precisión. Hay que brindar a los chicos la información en la medida justa, tener una actitud de apertura y responder las preguntas que ellos hagan teniendo en cuenta la capacidad de comprensión.

Información. Siempre con la verdad, hay que informar a los chicos lo que ocurre, teniendo cauta de no agregar información no solicitada, no explayarse demasiado si los chicos no lo requieren, para evitar de este modo que se creen fantasías alrededor del tema.

Sentimientos. Resulta beneficioso transmitir el estado de tristeza, angustia o dolor ya sea psíquico o físico, que los padres puedan sentir debido a lo acontecido. No hay que tratar de ocultar los sentimientos penosos sino explicar.

Contención. Todo momento debe ser contenedor para los niños, hacerles saber que aunque ese ser querido se murió siempre habrá alguien que lo cuide y lo proteja. Esto es para evitar que los niños piensen que todos se van a morir del mismo modo y pronto, fantasía muy recurrente en edades tempranas.

Enfermedad. Si la muerte fue como consecuencia de una enfermedad, se tiene que informar a los niños que no todas las enfermedades producen la muerte. Se debe transmitirles seguridad, confianza, teniendo en cuenta que hay enfermedades comunes como la tos, fiebre, anginas, dolor de estómago, etc. que no llevan a la muerte.

Culpa. Mucho hay que hablar con los niños para que entiendan que ellos no tuvieron la culpa de lo sucedido, por más que hayan tenido algún pensamiento “malo” sobre la persona que falleció.

Encubrimientos. Evitar decir mentiras, o relacionar la muerte con viajes o el sueño, porque los niños pueden sentir que los abandonaron o esperar que regresen (si decimos que la persona se fue “de viaje”), o relacionar el dormir con la muerte, situación que se da mucho entre los niños de 2 ó 3 años, que confunden la muerte con el dormir.

Cada caso es particular y se deben pensar estrategias según las necesidades específicas de cada niño, teniendo en cuenta que no hay una respuesta ni verdad absoluta sobre el tema de la muerte. Al tener que atravesar una situación de duelo, lo mejor es tratar de vivirla de la manera más natural posible, pese a lo dolorosa que pueda ser, y brindar a los niños la mayor contención y seguridad posible.

Los padres deben saber que además, cuentan con la ayuda de profesionales para tratar el tema, si observan que los niños presentan actitudes o síntomas fuera de lo normal durante el período de duelo, la consulta con un profesional resulta beneficiosa para que el niño pueda evacuar sus dudas y fantasías sobre el tema que lo aqueja, encontrar un espacio facilitador y contenedor para superar esta situación.


Lic. Rosina Duarte
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Amamantar, beneficios de la leche materna

Amamantar, es una experiencia única tanto par la madre como para el niño, un acto tan simple y complejo a la vez, por el que se construye esencialmente de a dos: un niño que necesita alimentarse para sobrevivir y una madre que necesita y desea ofrecer su leche.

Ambos conforman una relación de mutuo requerimiento y beneficios, que a su vez se ve condicionada por factores biológicos, psicológicos y socioculturales.

Posiciones durante la lactancia

- Posición clásica. Sentada la madre con el niño en brazos en una silla cómoda, utilizando un almohadón para amamantar, para que el bebé logre la altura justa para alcanzar el seno, evitando que éste sea a su vez traccionado.
- Posición recostada. Recostada en lecho con el bebé a un costado. Resulta beneficiosa cuando las mujeres se encuentran cansadas o con molestias y dolores a causa del los puntos de sutura.
- Posición “rugby”. Se sostiene al niño como una pelota de rugby, sosteniendo el cuerpo con el antebrazo y la cabeza con la mano de modo que se encuentre a la altura del seno materno. Esta posición resulta muy útil en caso de dificultades para prender al niño al pecho, partos por cesárea, lactancia de gemelos y nariz cerrada.

Es aconsejable ir cambiando la posición de la lactancia para no estimular siempre la misma zona del pezón, evitar así irritaciones, y permitir el vaciamiento total de todos los conductos mamarios. Además, teniendo en cuenta que la lactancia puede llevar desde unos pocos minutos a más de media hora, se recomienda sentarse en un lugar tranquilo, donde relajarse y poder encontrar la posición más cómoda para la madre y para el niño.

Beneficios de la leche materna:
Ayuda en la nutrición del niño e influye en el desarrollo psicofísico y relacional, entre la madre y el bebé.
Es el mejor alimento pues contiene todas las sustancias necesarias para satisfacer las necesidades nutricionales del lactante al menos hasta los seis meses.
Fortalece el vínculo madre-hijo.
Garantiza un crecimiento adecuado.
y una protección más eficaz contra las infecciones.
En el pecho de la madre, además, el niño encuentra no sólo nutrición sino amor y seguridad tan importante para su correcto desarrollo psicofísico.

Consejos:
- Libre demanda. Amamanta a tu hijo cada vez que éste lo desea, en particular durante las primeras semanas de vida porque la producción de leche es estimulada con la succión frecuente.
- Posición. Verifica que la posición del niño sea la correcta: su boca debe estar bien abierta y comprender el pezón, y la areola. La nariz y el mentón deben rozar el seno. Esto evitará que durante la succión, se produzcan molestos tirones en el pezón.
- Higiene. Lava siempre tus manos antes y después de amamantar. Es importante cuidar la higiene del seno.
- Ambos senos. Amamanta a tu niño con ambos senos en cada una de las comidas, siempre comenzando por aquel en el cual amamantó la última vez.
- Frescura. Mantené los senos secos y aireados.
- Durezas. Verificá que luego de cada amamantamiento el seno esté flojo y no queden durezas. Si las hubiere, se puede extraer la leche en forma manual o usando un sacaleche.
- Pérdida de leche. Utiliza discos absorbentes, si hay pérdida de leche. Éstos garantizan la higiene y mantienen la piel seca.

Amamantar se trata de un aprendizaje mutuo, donde el bebé y la madre se vinculan, reconocen y encuentran. A través de la lactancia materna, el dar y recibir se fusionan en un vínculo único e irremplazable, haciendo de ella una maravillosa experiencia.

Laura Krochik, Especialista en Lactancia y Crianza
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Ayudar a los niños a construir vínculos amistosos


Los niños necesitan de la guía y ayuda de los padres –o cuidadores primarios- para tener una infancia saludable. En este contexto cobra especial importancia el modo de relacionarse con sus pares y el entorno, entonces, es una de las funciones paternas la de sostener, acompañar, guiar, mostrar, transmitir y ayudar a los niños a crear vínculos afectivos con sus pares.

Partiendo de la base de que la amistad es uno de los pilares fundamentales de la vida de los seres humanos y que estas relaciones afectuosas ayudan a un desarrollo psicosocial saludable, ya que somos seres sociales por naturaleza y con necesidades de relación, es muy importante brindarle a los niños las herramientas necesarias para lograr establecer lazos afectivos duraderos y genuinos.

En la infancia, los niños tienden a imitar los modos de accionar de los padres o cuidadores primarios, éstos son sus referentes para todo, son quienes ellos desean ser, sus ideales de personas, entonces la función de acompañar y compartir de los adultos es primordial para armar las bases afectivas de los niños. Por ello resulta fundamental que aquellas personas que cumplan el rol de figuras paternas, puedan lograr transmitir a los niños la importancia de las relaciones amistosas, como base del buen desarrollo emocional afectivo de los seres humanos.

Hay que tener en cuenta que dependiendo de la edad de los niños y las distintas etapas evolutivas de su crecimiento, cada uno irá adquiriendo distintas herramientas cognitivas y emocionales propios de ese período vital, para relacionarse con otros y armar vínculos afectivos. Es necesario que el entorno en que los niños estén inmersos les brinde seguridad, confianza y fortalezca su autoestima y autoconcepto para que de este modo ellos puedan lograr establecer vínculos saludables con los otros. Las funciones parentales entonces tienen que basarse en brindar lo mejor de sí para lograr que el ámbito de los niños sea confortable, tranquilo, seguro lo que le proporcionará a los niños.

Es importante:
Acompañarlos. En su recorrido de nuevas experiencias y satisfaciendo sus necesidades básicas y naturales.
Sostenerlos. Todo el tiempo esta función de sostén es fundamental, ya que transmite seguridad y confianza en los niños, y pueden relacionarse con el entorno de manera saludable.
Guiarlos. Ser sostén guía de los niños especialmente durante la primera infancia, mostrándoles el camino adecuado para establecer y fortalecer los vínculos establecidos.
Alentarlos. A generar nuevas relaciones y establecer nuevos grupos de pertenencia.
Estimularlos. A realizar actividades y desarrollar intereses propios.

La manera de relacionarse que tienen los niños se aprende en la casa, en la escuela y en la familia en general. Entonces, un buen ejemplo para ellos es la constante presencia de los cuidadores primarios para acompañarlos en este recorrido de vida, teniendo en cuenta que en la primera infancia especialmente, los niños necesitan absolutamente de otro responsable que lo sostenga, lo guíe, acompañe y descifre lo que cree beneficioso para el niño. Todo esto enmarcado en la naturaleza e instintos de los padres en relación a esto, ya que no existe “el” manual que puede enseñarnos a los padres cómo realizar esta tarea, sin embargo, si uno actúa desde sus creencias y pensando en beneficiar a nuestros hijos, el resultado es maravilloso y sorprendente.


Lic. Rosina Duarte

Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

Puerperio

Se llama puerperio al periodo que vive la mujer posterior al nacimiento de su bebé hasta la normalización de su vida, independientemente del alta médica. Hasta hace pocos años se relacionaba al puerperio con el alta médica que se produce a los 40 días posteriores al parto, mediante la cual se le permite a la paciente retomar su actividad física y relaciones sexuales activas. Sin embargo, en la actualidad no solamente se tiene en cuenta esta parte física, sino también los cambios psíquicos y emocionales de la mujer.

En el transcurso del puerperio se despliegan las más variadas emociones y estados anímicos: alegría, tristeza, angustia, desorientación, ambivalencias; acompañados de cambios fisiológicos. En muchos casos, los cambios hormonales alteran el estado de ánimo debido al gran aumento de sus niveles durante el embarazo, pero esto no logra dar una respuesta abarcativa de toda la situación.

Si bien cada caso varía de una mujer a otra, en general los síntomas que se presentan son:
Vulnerabilidad
Ansiedad, angustia
Llanto desmedido
Cansancio, fatiga
Temores infundados
Cambios de humor
Insomnio
Aislamiento social
Sentimientos de desamparo

Resulta importante considerar que cada mujer es única con su propia subjetividad, y las causas de sus cambios anímicos son variados, por ello es necesario tener en cuenta el contexto de cada una: cómo fue su embarazo, cuál fue la experiencia vivida en el momento del parto, qué ideales tenía acerca de la maternidad, y además, su relación con los modelos de maternidad que conoce, con la propia madre e incluso con las expectativas que los otros tienen hacia ella misma como madre, y con la mujer que cada una tiene dentro.

Se trata de un período de adaptación de la mujer a su nuevo rol maternal, durante el cual se van conociendo, adaptando y afianzando vínculos la madre y su bebé. Se debe identificar en este período, el estado de fuerte fusión que existe entre ambos, un estado de emocionalidad muy intenso que se produce en el vínculo entre ambos.

Como consecuencia de la sensación de pérdida –de libertad e intimidad- que experimenta la mujer luego del parto, se produce también un cambio en su propia identidad: se ven alterados los roles, las tareas, los espacios propios, entrando en conflicto “la madre” con “la mujer”. Por esto, muchas decisiones van acompañadas de angustia o desorientación, por la modificación que se produce en la imagen de sí misma de la mujer-madre, y su relación con el entorno, en especial con su pareja.

Se producen nuevos modos de encuentro y maneras de relacionarse con la pareja; entonces, resulta necesario preguntarse por los propios deseos, tratar de buscar un equilibrio interno entre la maternidad y otras actividades propias de la mujer. Hay que tomarse el tiempo necesario para aceptar que durante la primera etapa puede ser difícil la adaptación del bebé a su nuevo hogar y entorno, intentar expresar los sentimientos tratando de vencer las sensaciones de culpa, vergüenza o ansiedad. Apoyarse en la pareja, y compartir lo que se siente. Aceptar que esto que ocurre durante el período denominado puerperio no se contradice con la felicidad de la llegada del hijo sino que es propio de esta etapa de acomodación y adaptación.

Lic. Rosina Duarte
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza