Importancia de los primeros cuidados y la lactancia materna

Luego de nueve meses de vida intrauterina, donde todas las necesidades básicas del bebé se encontraban satisfechas (contención, alimentación, cuidados, entorno), resulta necesario continuar del mismo modo, buscando una profunda y emocional comunicación entre el bebé y su madre.

Fomentar el contacto corporal mediante abrazos seguros, apretados y firmes, besos, caricias, movimientos constantes de acunar y upa permanente, los cuales lejos del mito de mal-criar, lo que hace es constituir un apoyo y sostén emocional firma para el bebé, otorgándole seguridad para que de a poco vaya independizándose y adaptándose al nuevo mundo exterior.

Se debe recordar que no existe nadie más indefenso e inmaduro que un bebé al nacer, por lo que las madres debemos intentar decodificar e interpretar las necesidades y buscar el modo de satisfacerlas, ofrecer un sostén para su propia seguridad.

Todos sabemos que durante los 3 primeros años de vida, el ser humano produce su mayor desarrollo físico y emocional, constituyendo su estructura que lo sostendrá en el futuro. Por lo tanto, los bebés que fueron atendidos en sus necesidades –tanto físicas como emocionales-, tendrán un desarrollo integral sano. Durante este desarrollo, entendemos la lactancia como trascendental al aspecto nutricial, ofreciendo una mirada en la que tanto la mamá como su bebé se benefician en una única interacción.

La lactancia materna no puede considerarse como algo sólo fisiológico y nutritivo sino debemos tener una mirada más amplia y abarcativa. Todas las mujeres podemos amamantar a nuestros hijos –salvo algún impedimento patológico- ya que todos los bebés sanos tienen lo que se conoce como “reflejo de búsqueda y succión”, es decir, el impulso innato de buscar y succionar el pecho materno. Durante las primeras horas de vida, este reflejo tiene su máximo punto de expresión, además de coincidir con un estado de alerta e interacción del bebé con su madre, que luego va disminuyendo.

Teniendo en cuenta esto, resulta fundamental que la mamá y su bebé tengan la intimidad requerida para este momento único, en un espacio íntimo y privado para que este encuentro amoroso se de, y su resultado sea la estrecha comunicación entre ambos, que permitirá que el bebé pueda succionar el pecho materno, y la madre pueda producir leche. El beneficio de ambos será el sentimiento de placer emocional y físico que se produce luego de este encuentro.

Por ello, consideramos y entendemos que el acto de amamantar no es sólo un aporte nutricional, sino que además se encuentra acompañado de, por lo que no se recomienda intentar forzar estos encuentros con horarios o pautas fijas, sino que debe realizarse a libre demanda.

Existen muchos mitos en relación a la lactancia, con los que las madres llegan a la consulta y a partir de los cuales se hace necesario trabajar la confianza en la capacidad de amamantar. Debemos recordar que a amamantar se aprende, respetando tiempos, demandas y deseos de los bebés y de las madres, tratando de encontrar el camino de cada una hacia la maternidad. “Cuando nace tu hijo, naces vos como mamá”.

Es muy importante:
-Contacto corporal permanente.
-Brindar mimos, besos, abrazos fuertes.
-Lactancia a libre demanda.
-No forzar horarios y rutinas para amamantar.
-Prestar mucha atención al bebé.
-Atender, sostener, mirar.
-Intentar satisfacer las necesidades del bebé.
-Respetar los tiempos del bebé y los nuestros.
-Cuidar a nuestros hijos y cuidarnos a nosotras.

Laura Krochik
Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

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